martes, 30 de agosto de 2011

El Planeta de los Simios: Revolución

Nadie se hacía ilusiones con la nueva película de ‘El Planeta de los Simios’, sobre todo después de lo mucho que le costó a Tim Burton sacarse encima las comparaciones desfavorables. ¿Porqué las cosas tendrían que ser distintas diez años después? Si el clásico de 1968 continúa despertando reverencia, poco sentido tiene una nueva versión. Difícil imaginarse a un ejecutivo de Hollywood razonando de esta manera, sobre todo cuando está impaciente de resucitar una franquicia valorada en millones de dólares. Pero la gente del dinero no es tonta, sabe cuando llega el momento de tomar riesgos y apostar por la calidad. Pasó antes con ‘Batman Inicia’ (2005) y ahora con ‘El Planeta de los Simios: Revolución’. Se trata de empezar todo de nuevo, profundizar en el estudio de personajes y ofrecer un espectáculo de magia sin perder en el camino una dosis de humildad. Traer a un joven director foráneo también ayuda a mantener el perfil bajo. Aquí la responsabilidad recayó en el inglés Rupert Wyatt, quien antes había dirigido el drama independiente ‘The Escapist’ (2008), que tuvo tantas críticas buenas como pocos espectadores. El resultado ha sido alabado en todos lados, y lo mejor que se puede decir de ella es que la saga ha dejado de ser un artefacto nostálgico para mirar hacia el futuro. 

La primera sorpresa es que, en esta película, los monos están lejos de mandar sobre la Tierra. Desde la primera escena –la persecución y captura de un grupo de primates en la jungla- se establece de que son una especie esclavizada por los humanos, quienes no muestran ningún asomo de compasión, los encierran o disparan sobre ellos, hasta que James Franco decide perdonarle la vida a un simio recién nacido que debió ser sacrificado. El actor de ‘127 Horas’ (2010) interpreta a un científico que busca desesperadamente la cura para el Alzheimer, enfermedad que consume gradualmente a su padre (John Lithgow). Cuando su conejillo de indias empieza a mostrar una inteligencia excepcional, Franco decide probar la misma medicina con su padre, una medida temeraria y al borde de la legalidad. Pero no había nada que perder y mucho que ganar, tal como lo demuestra la recuperación casi milagrosa del paciente. La ciencia parece haber triunfado sobre la muerte, pero sospechamos que esa conquista es efímera. César (el simio adoptado) continúa desarrollando su inteligencia, y la línea que lo separa de los humanos es cada vez más tenue. ¿Se puede seguir llamando animal a un ser que se pregunta cuál es su origen? En este punto, parece que César va a convertirse en un Frankenstein con cola: es prácticamente un monstruo, una aberración de la naturaleza, él mismo es consciente de ello. Cuando los hombres juegan a ser dioses, siempre hay un precio que pagar. El punto de quiebre es que César no está dispuesto a ser el sacrificado.   

En el fondo, es una cuestión de justicia. La revolución se ha ido incubando desde el primer abuso cometido contra los simios (nada más y nada menos que contra la madre de César), y solo hacía falta un líder, un caudillo, para poner al sistema en jaque. Ese personaje es César y no hay duda de que la historia que estamos viendo le pertenece: es la biografía de un personaje ficticio más grande que la vida. Como en muchas otras narraciones de este tipo –‘Espartaco’ (1960), ‘Gladiador’ (2000), ‘Mongol’ (2007)-, el libertador de un pueblo oprimido tiene que haber sufrido en carne propia la esclavitud y el genocidio de los suyos. Y como si fuera Enrique V, pero cubierto de pelos, César aprenderá cómo ser un rey legítimo, lo que también implica romper algunos lazos afectivos. ‘El Planeta de los Simios: Revolución’ es una declaración a favor de la libertad, y su estreno no pudo ser más oportuno, en momentos que las masas toman las calles de Trípoli y Santiago de Chile. Por cierto, Andy Serkis merece recibir un Oscar honorario por su actuación de César, pero también por lo que hizo antes en  la trilogía de ‘El Señor de los Anillos’ y en ‘King Kong’ (2005). El popular Gollum es el primer gran actor de la era digital.

CALIFICACIÓN: ****

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