miércoles, 27 de julio de 2011

Scream 4

Wes Craven dijo alguna vez que hacer películas de terror era su maldición para toda la vida. El creador de Freddy Krueger lleva metido casi 40 años en el incomprendido arte de aterrorizar a los espectadores. Desde su mítica ópera prima ‘La Última Casa a la Izquierda’ (1972), pasando por ‘Las Colinas Tienen Ojos’ (1977), ‘Pesadilla en Elm Street’ (1984), y la trilogía original de ‘Scream-La Máscara de la Muerte’ (1996-2000), Wes Craven se ha forjado una de las carreras más respetadas entre los expertos del género, llegando a ocupar un estatus solo comparable al de George A. Romero y John Carpenter, los indiscutibles maestros del terror. Quizás en Europa esto tenga algún valor pero en EE.UU., Craven es raramente considerado como un artista importante, tal vez porque los críticos yanquis nunca han sentido real entusiasmo por el slasher, subgénero del terror que se caracteriza por tener un psicópata destripando a tiernos adolescentes. ‘Masacre en Texas’ (1974), de Tobe Hooper, ‘Halloween’ (1978), de John Carpenter, y ‘Viernes 13’ (1980), de Sean S. Cunningham, son representativas de esta noble escuela. Pero a mediados de la década de los 90, el slasher parecía haber agotado toda su reserva de imaginación, hasta que Wes Craven llevó a la pantalla un guión de Kevin Williamson llamado ‘Scary Movie’, luego rebautizado ‘Scream’. Este suceso inesperado marcó el inicio de una nueva era dorada del slasher, hasta que la antorcha pasó a manos del terror sobrenatural (‘El Aro’, ‘Actividad Paranormal’) y la tortura porno (‘Hostal’, ‘Juego Macabro’). ‘Scream 4’ hace explícito su deseo de superarlas.

Tal vez ‘Scream 4’ no tenga una influencia tan decisiva como sí lo tuvo la película original, pero es la única obra maestra entre sus secuelas. Craven y Williamson han vuelto a los orígenes de la saga, ubicando la historia en el pequeño pueblo de Woodsboro –recordemos que ‘Scream 2’ transcurría en un campus universitario y ‘Scream 3’ se desarrollaba en Hollywood-, último destino en la gira publicitaria del best seller escrito por Sidney Prescott (Neve Campbell), la única sobreviviente de los eventos sangrientos ocurridos 15 años atrás. Sidney parece haberse recuperado de los traumas del pasado, pero apenas pone un pie en Woodsboro, se reanuda el patrón mortal: un lunático con el rostro enmascarado empieza a emular los crímenes y anuncia su intención de matar a Sidney. Junto con Ghostface, regresan algunos personajes cercanos a Sidney (el sheriff Dewey Riley, la ex-reportera Gale Weathers) y asoman otros nuevos, principalmente jóvenes, todos ellos admiradores de la saga de explotación ‘Stab’. “La tragedia de una generación es la burla de la siguiente” sentencia Dewey.

Quizás algunos cinéfilos se pregunten qué sentido tiene una nueva entrega de ‘Scream’. ¿Acaso hay algo nuevo que contar? ¿No todas las películas de terror son más de lo mismo? Tanto Craven como Williamson son conscientes de las limitaciones del género, pero eso parece animarlos a experimentar con todas las posibilidades habidas y por haber, sin dejar de ser fieles a sus personajes más carismáticos, cualidad inexistente en cualquier otro slasher. Desde el arranque, ‘Scream 4’ es un laboratorio de cine puro que se permite falsos arranques y falsos desenlaces, jugando siempre con las expectativas del público. Es también una falsa secuela, un remake no confeso de la primera película, o mejor dicho una relectura, una variación perversa del original. El papel que antes encarnaba Neve Campbell –la chica ingenua y virginal de la escuela- ahora es pretendido por Emma Roberts, quien interpreta a su joven prima. No creo que sea una exageración llamar a ‘Scream 4’ el ‘Eva al Desnudo’ de los slasher. Craven sabe que la clave del cine es la emoción, incluso en una obra de aires posmodernos; su golpe maestro consiste en fusionar el miedo y el humor para crear un espectáculo asombroso.

CALIFICACIÓN: ****

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