jueves, 14 de julio de 2011

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte II

I.

La franquicia cinematográfica de Harry Potter llega a su último capítulo, diez años y ocho películas después de haberse iniciado con estruendo. No conozco ningún otro caso de una serie de Hollywood tan longeva y tan taquillera al mismo tiempo. Hay toda una generación que ha crecido bajo la sombra del mago anteojudo, jóvenes con derecho a sufragio que seguramente se aventarán a los cines para presenciar lo que ellos consideran el fin de una era. “¿Dónde estuviste cuando se terminó ‘Harry Potter’?” será una pregunta obligatoria en los años venideros. Los más cínicos asumirán la segunda parte deLas Reliquias de la Muerte’ como el inevitable sacrificio de la gallina de los huevos de oro (¡ahora en glorioso 3D!), pero hay otro público que saldrá conmovido de la experiencia, tal vez porque, cuando caiga el telón, parte de su infancia se habrá ido con ella. El autor de estas líneas hubiese preferido que la despedida tuviese lugar a mediados de la década pasada, cuando Alfonso Cuarón y Mike Newell hicieron madurar al crío de J.K. Rowling y Chris Columbus con finas pinceladas de angustia adolescente, pero eso no ocurrió porque la naranja más jugosa de Warner Bros. aún tenía abundante pulpa para ser estrujada. Para bien o para mal, íbamos a tener que esperar hasta el 2011.

II.

Cuando se anunció que la adaptación cinematográfica de ‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte’ sería dividida en dos entregas, muchos especulamos si el director David Yates había vendido su alma al demonio. ¿Acaso no era la manera más descarada de explotar comercialmente un producto perecedero? ¿O era el indicio de que un ‘Harold Potter’ se cocinaba secretamente en la imaginación de un ejecutivo perezoso?  Tal vez ambas interrogantes tengan una respuesta afirmativa, pero eso no resta méritos al “saber hacer” de David Yates, a su oficio como artesano extremadamente aplicado y no carente de ambiciones artísticas. El inglés Yates había asumido la conducción desde la fallida ‘Harry Potter y la Orden del Fénix’ (2007), la más caótica de toda la saga, por lo que el futuro no pintaba color de rosa para todos aquellos que nunca hemos leído –ni leeremos- una sola línea escrita por J.K. Rowling. No sorprende que la autora haya declarado a ‘La Orden del Fénix’ como su favorita: es la más fiel, la más literaria, y justamente la más plomiza para alguien completamente ajeno al culto. Pero Yates tuvo buenos reflejos y se recuperó con la estimable ‘Harry Potter y el Misterio del Príncipe’ (2009), la misma que acababa con la trágica muerte de Dumbledore (Michael Gambon).

III.

El principio del final empezó un año atrás con ‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte I’, una aventura tenebrosa que a pesar de no sumar nada sustancial a todo lo hecho anteriormente, cumplía con elevar la expectativa y nos dejaba en un lugar angustiante: el malvado Lord Voldemort avanzaba en sus objetivos mientras que Harry Potter perdía al elfo Dobby, su amigo de la infancia y uno de los cadáveres más llorados en la historia de los multicines. La secuela empieza exactamente en ese punto, pero ya no hay tiempo para guardar luto porque las bajas son cada vez más cuantiosas y la atmósfera se ha vuelto tan enrarecida, tan sombría, que parece el arribo del Apocalipsis, con todo lo que ello conlleva en dimensiones cósmicas. Felizmente tampoco nos detenemos en los “conflictos” sentimentales de nuestros jóvenes héroes: el aspecto pasional ocupa un segundo plano y la prioridad es sobrevivir. Por fin hemos llegado a la hora de la verdad, cuando no hay nada más real que encarar la mortalidad. Ninguna película de la saga había contemplado la muerte con tanta determinación, al punto que podemos considerarla como una reflexión sobre el fin de todas las cosas que amamos. Hay un aspecto espiritual en ‘Las Reliquias de la Muerte Parte II’ que francamente impresiona. Por eso mismo, no puedo dejar de lamentar la inclusión de un epílogo de los más desanimado y pueril, un penoso intento por retornar a la inocencia de antaño y de paso advertir que J.K. Rawling y Warner Bros. tan solo pretenden descansar por unos lustros.

CALIFICACIÓN: ***

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