jueves, 30 de junio de 2011

La Casa Muda


Existe un cine latinoamericano de terror que espera ser descubierto, incluye clásicos de México, Brasil y Argentina. Incluso Perú ha hecho su aporte, con películas de muy bajo presupuesto, hechas en Lima y sobre todo en provincias. Pero ninguna de ellas ha gozado de la difusión que está teniendo ‘La Casa Muda’, aparentemente el primer filme uruguayo que se inscribe en el género de los gritos. Realizada en condiciones precarias por el novel Gustavo Hernández, ‘La Casa Muda’ debe su fama a la audacia técnica de hacer todo un largometraje en tiempo real, en una sola toma continua de 78 minutos.  Este tipo de experimentos no son novedad –Hitchcock lo intentó con ‘La Soga’ (1948), Sokurov logró una proeza con ‘El Arca Rusa’ (2002), por mencionar dos ejemplos- pero nunca antes se había intentado con una historia de horror. Es obvio que ‘La Casa Muda’ no surgió de la nada: ‘El Proyecto de la Bruja de Blair’ (1999), ‘Actividad Paranormal’ (2007), e incluso ‘Rec’ (2007), son influencias directas, antecesoras en querer darles a sus imágenes un registro cercano al reportaje, ya sea con cámaras al hombro o haciéndose pasar como testimonios reales. Hernández también imita de ellas su escasa disposición a mostrar lo sobrenatural, porque no hay nada más escalofriante que la oscuridad. ‘La Casa Muda’ lleva todo esto a límites tan básicos que rozan lo amateur: ya casi no se ve nada, el fuera de campo es infinito. La actriz Florencia Colucci se la pasa sollozando, remedando a la heroína de ‘Rec’, aunque aquí la cámara no tiene justificación para temblar sin parar. Que tiene una atmósfera inquietante, no lo dudo, pero es difícil involucrarse emocionalmente cuando no hay argumento ni personajes.  Atentos al remake americano: ‘Silent House’, de los mismos autores de ‘Mar Abierto’ (2003).

CALIFICACIÓN: **

El Coleccionista



Me animé a verla porque soy admirador del terror y porqué encontré en el ciberespacio algunos comentarios favorables. No llegué a reparar que su director, Marcus Dunstan, había sido el guionista en las cuatro últimas entregas de ‘Juego Macabro’. Si usted es fanático de Jigsaw, si tiene una especial debilidad por ese subgénero llamado “tortura porno”, es posible que disfrute ‘El Coleccionista’. En lo personal supuso una experiencia desagradable, desde los créditos iniciales -una copia burda de ‘Pecados Capitales’- hasta el predecible final sin concesiones. El argumento –por así llamarlo- tiene que ver un psicópata que lleva una bolsa negra en la cara, y que irrumpe en una casa para asesinar a una familia WASP. ‘El Coleccionista’ parece haber sido hecha con la única intención de agredir, de convencernos de que hay gente tan enferma rondando nuestros hogares que lo mejor es dispararles. Propaganda fascista, si me preguntan.  

CALIFICACIÓN: *

¿Qué Pasó Ayer? 2



Secuela de la comedia más taquillera de 2009, un inesperado éxito de público y de crítica que lanzó a la fama al barbudo Zach Galifianakis y consagró a Todd Phillips como el director más rentable del género. En mi modesta opinión, ambos artistas han sido un poco sobrevalorados, tal como lo demostró su siguiente colaboración, la complaciente ‘Todo un Parto’ (2010) y ahora este forzado segundo capítulo de ‘¿Qué Pasó Ayer?’, prácticamente un remake de la versión original, pero sustituyendo Las Vegas por Bangkok. Nuevamente seguimos los enredos de un grupo de amigos que se reúnen una noche para despedir la soltería de uno de ellos, y despiertan a la mañana siguiente con una fuerte resaca, y peor que eso, metidos en serios problemas sin que ninguno de ellos recuerde exactamente cómo llegaron allí. La premisa era original y simpática la primera vez, pero ahora es un recetario que raya el cinismo. ¡Párenla ya!  

CALIFICACIÓN: **

Kung Fu Panda 2



Este año Hollywood está abusando de las secuelas innecesarias, pero ‘Kung Fu Panda 2’ justifica su existencia ya que se trata de una producción muy bien cuidada, hecha con cariño hacia los personajes y con un diseño visual riguroso. Tal vez los animadores de Dreamworks no puedan competir con Pixar en términos de imaginación, pero cuando realmente se exigen –por ejemplo en ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’ (2010)- son capaces de ofrecer espectáculos familiares de primer nivel. Una de las mayores virtudes de ‘Kung Fu Panda 2’ es que se mimetiza perfectamente con la historia que cuenta, tanto en la forma –la cultura China ha influenciado su estética de manera notable- como el fondo –la filosofía oriental moldea el temple del panda Po, y pone a prueba su fortaleza interior. Aquí la acción y la diversión son tan importantes como el aprendizaje personal.

CALIFICACIÓN: ***

Biutiful



En cualquier cartelera del mundo encontraremos las llamadas “películas importantes”, aquellas ganadoras de premios en festivales internacionales, que abordan temas serios y comprometidos, que convocan directores y estrellas de prestigio, que no tienen contemplaciones con el publico despistado y ni una sola pizca de sentido del humor. Se suele pensar que estas ‘películas de autor’ son superiores a las ligerezas que pululan las salas de estreno, como si la categoría de ‘obra de arte’ perteneciera a un grupo de elite.

‘Biutiful’ es el cuarto largometraje del mexicano Alejandro González Iñárritu, antiguo operario de Televisa que saltó a la fama con ‘Amores Perros’ (2000), su impactante ópera prima, galardonada mundialmente y considerada un clásico contemporáneo. Muchos alabaron su supuesto hiperrealismo, su contundente fuerza expresiva, su crudeza a la hora de mostrar la violencia en el DF. Seguramente recordarán que Iñárritu comparaba a los seres humanos con los perros,  ya que sus personajes se repliegan a su naturaleza instintiva para sobrevivir a situaciones extremas. Cuando se trata de amar u odiar, todos podemos llegar a ser animales. Esa era la filosofía “perro” que Iñárritu implementó con éxito, al punto que algunos críticos la eligieron entre las mejores cintas latinoamericanas de la historia. Pero ‘Amores Perros’ no hubiese tenido el mismo efecto avalancha de no ser por su estructura narrativa no lineal, su complejo entramado de historias entrecruzadas, cortesía del escritor Guillermo Arriaga.

Transcurrió una década. Iñárritu y Arriaga se marcharon a Hollywood, donde triunfaron bajo sus propias reglas, aplicando el recetario de ‘Amores Perros’ a sus dos siguientes colaboraciones: ‘21 Gramos’ (2003) y ‘Babel’ (2006), que consolidaron el prestigio de la dupla charra. Pero la alianza sagrada tenía las horas contadas: director y guionista se pelearon y juraron nunca más cruzarse. ‘Biutiful’ supone la emancipación de González Iñárritu, su oportunidad para acallar a sus detractores y demostrarles quién el único autor detrás de la llamada ‘Trilogía de la Muerte’. Hay que reconocer que el patetismo y la exacerbación de las desgracias ajenas forman parte de su ADN creativo. La reciente ‘Corazones Ardientes’, de Guillermo Arriaga, es transparente comparada con ‘Biutiful’.

Luego de haber filmado en América, África y Asia, Gonzáles Iñárritu se ha convertido en un cineasta globalizado, por lo que su próximo destino tenía que ser Europa. La ciudad escogida es Barcelona, un enjambre de culturas de distintas zonas del mundo. La inmigración ilegal, la explotación laboral, los negocios turbios, el bajo mundo…todo eso forma parte de la vida cotidiana de Uxbal (Javier Bardem), un buen samaritano que ronda las cloacas e intenta llevarse unas monedas a su bolsillo, lo necesario para dar de comer a sus hijos. Pero Uxbal padece un cáncer avanzado, el tiempo se le agota, su estado físico empeora y necesita encontrar un hogar seguro para sus seres queridos. 

Es comprensible que ‘Biutuful’ haya sido confundida por una obra trascendente. No abundan las películas que afronten la mortalidad como tema principal, menos aún desde una perspectiva tan gris. Tener a un actor como Javier Bardem, quien personifica el coraje y la dignidad del hombre común y corriente, facilita que el público se ponga de su lado y esté dispuesto a acompañarlo en su vía crucis. Gonzáles Iñárritu parece haber tomado este apoyo incondicional hacia Uxbal como una licencia para ahondar en la descripción de una atmósfera opresiva y angustiante, donde la descomposición casi se puede oler. El título del filme es una ironía. ‘Uglyful’ (‘ugly’ es la palabra en inglés para ‘feo’) o ‘Agliful’, su pronunciación en español, le hubiese hecho justicia ya que no tarda en convertirse en un desfile de personajes grotescos, de ambientes horrendos y carcomidos por la miseria. Por supuesto que no esperábamos encontrarnos con la ciudad turística de ‘Vicky Cristina Barcelona’, ni tampoco le exigimos la rigurosidad de Ken Loach, la austeridad de los hermanos Dardenne, o el ascetismo de Pedro Costa, por mencionar otros autores preocupados por el universo de los inmigrantes. No creemos que exista una forma correcta o más legítima de filmar la pobreza. El problema nace cuando el director está más encandilado de la estética que de sus personajes, y  pretende ser poético sin saber dónde demonios está parado. Ciertamente el cine es un arte que se hace en equipo, pero ni Javier Bardem, ni el fotógrafo Rodrigo Prieto, ni el músico Gustavo Santaolalla, pueden resucitar este cadáver.

CALIFICACIÓN: **

Transformers 3


Se está esparciendo el rumor de que la tercera película de los Transformers –que se estrena este fin de semana en todo el mundo- es la mejor que se haya hecho hasta ahora. ¿Por fin llegó el día que los críticos de cine se reconcilien con los autobots? Al menos reconozco que ya no se perfila como favorita para los premios Frambuesa 2012. Pero antes que los fanáticos de la saga canten victoria, hay que precisar que ‘Transformers 3’ es sencillamente la menos deficiente en una serie de atrocidades mastodónticas. Por supuesto que se trata de una producción destinada a arrasar con la taquilla, que no pretende otra cosa que ser un portentoso espectáculo de acción y diversión. Pedirle más a Transformers, sería como pedirle profundidad o sensibilidad artística al Súper Tazón.

Es cierto que los críticos no somos el público objetivo del director Michael Bay, que su estilo híper frenético ha sido aceptado por la gran mayoría de espectadores, que para mucha gente Optimus Prime y Bumblabee son figuras de envergadura casi bíblica. Se respetan todos los gustos y opiniones, pero los que no comprendemos este fenómeno o no le encontramos explicación racional, tenemos motivos para ser tan desconfiados. ‘Transformers 3’ tiene algunos méritos parciales, no es un desastre total, pero es tan abismal la descompensación entre tecnología avanzada y ejercicio de imaginación, que es legítimo preguntarse si este tipo de filmes no matan un poco al cine. Sí, acabo de reconocer que ‘Transformers 3’ supone una ligera mejora con respecto a ‘Transformers’ (2007) y ‘Transformers 2’ (2009), pero no cuenten conmigo para las celebraciones.   

Han pasado muchas cosas en la vida de Sam Witwicky (Shia LaBeouf) desde la última vez que ayudó a salvar al mundo. Sam concluyó sus estudios universitarios con más pena que gloria, fue condecorado en la Casa Blanca por el mismísimo Barack Obama pero ahora está desempleado, además fue abandonado por Megan Fox y se consiguió otra novia despampanante (la modelo inglesa Rosie Huntington-Whiteley). Pero quizás el evento más traumático en la existencia de Sam haya sido que su mejor amigo, el autobot Bumblabee, se marchó a trabajar con el gobierno. Mientras tanto, Megatron ha logrado reponerse y alista un plan para apoderarse de la Tierra. El ataque es inminente.

‘Transformers 3’ se inicia con un largo prólogo sobre la llegada del Apolo 11 a la Luna. Esta secuencia es la más ingeniosa en las dos horas y media de proyección, ya que se atreve a reescribir la Historia con mayúsculas: la carrera espacial tuvo como motivación secreta recoger muestras de un accidente extraterrestre ocurrido sobre la superficie lunar. JFK y Nixon aparecen en imágenes de archivo y por un minuto parece que Oliver Stone ha tomado el control de la franquicia. Tras un arranque solemne, llega el turno de la comedia. No exageramos: hasta el actor Ken Jeong (Mr. Chow de ‘¿Qué Pasó Ayer?’) se suma al desmadre. Los laureados John Malkovich, John  Turturro y Frances McDormand aparecen como secundarios y no se toman en serio ni a ellos mismos. Shia LaBeouf hace su mejor imitación de nerd que teme perder a su chica en manos de un playboy (Patrick Dempsey). El sentido del humor de Michael Bay es tan sofisticado como el de un comercial de cerveza, y las feministas tomarán nota que la suplente de Megan Fox aparece por primera vez en escena…con la cámara a la altura de su trasero. Todavía es un insulto a la inteligencia, pero al menos entretiene y provoca la risa loca.

No solo el humor auto paródico aparece solidificado en ‘Transformers 3’. El guión tiene ahora un poco más de lógica, las escenas de batalla han sido expandidas. Pero debe haber un problema de fondo para que a pesar de estas novedades, a pesar del sudor y los dólares derrochados, uno abandone la sala con la misma sensación de vacío. Está mejor hecha, pero igual no te deja nada. Te puedes reír con ella pero en el fondo no te importa. La incógnita es si este es el techo de Michael Bay, un cineasta con vocación de cirquero que confunde ligereza con bobería, emoción con saturación, escapismo con frivolidad. Un desperdicio colosal.

CALIFICACIÓN: **