jueves, 30 de junio de 2011

Biutiful



En cualquier cartelera del mundo encontraremos las llamadas “películas importantes”, aquellas ganadoras de premios en festivales internacionales, que abordan temas serios y comprometidos, que convocan directores y estrellas de prestigio, que no tienen contemplaciones con el publico despistado y ni una sola pizca de sentido del humor. Se suele pensar que estas ‘películas de autor’ son superiores a las ligerezas que pululan las salas de estreno, como si la categoría de ‘obra de arte’ perteneciera a un grupo de elite.

‘Biutiful’ es el cuarto largometraje del mexicano Alejandro González Iñárritu, antiguo operario de Televisa que saltó a la fama con ‘Amores Perros’ (2000), su impactante ópera prima, galardonada mundialmente y considerada un clásico contemporáneo. Muchos alabaron su supuesto hiperrealismo, su contundente fuerza expresiva, su crudeza a la hora de mostrar la violencia en el DF. Seguramente recordarán que Iñárritu comparaba a los seres humanos con los perros,  ya que sus personajes se repliegan a su naturaleza instintiva para sobrevivir a situaciones extremas. Cuando se trata de amar u odiar, todos podemos llegar a ser animales. Esa era la filosofía “perro” que Iñárritu implementó con éxito, al punto que algunos críticos la eligieron entre las mejores cintas latinoamericanas de la historia. Pero ‘Amores Perros’ no hubiese tenido el mismo efecto avalancha de no ser por su estructura narrativa no lineal, su complejo entramado de historias entrecruzadas, cortesía del escritor Guillermo Arriaga.

Transcurrió una década. Iñárritu y Arriaga se marcharon a Hollywood, donde triunfaron bajo sus propias reglas, aplicando el recetario de ‘Amores Perros’ a sus dos siguientes colaboraciones: ‘21 Gramos’ (2003) y ‘Babel’ (2006), que consolidaron el prestigio de la dupla charra. Pero la alianza sagrada tenía las horas contadas: director y guionista se pelearon y juraron nunca más cruzarse. ‘Biutiful’ supone la emancipación de González Iñárritu, su oportunidad para acallar a sus detractores y demostrarles quién el único autor detrás de la llamada ‘Trilogía de la Muerte’. Hay que reconocer que el patetismo y la exacerbación de las desgracias ajenas forman parte de su ADN creativo. La reciente ‘Corazones Ardientes’, de Guillermo Arriaga, es transparente comparada con ‘Biutiful’.

Luego de haber filmado en América, África y Asia, Gonzáles Iñárritu se ha convertido en un cineasta globalizado, por lo que su próximo destino tenía que ser Europa. La ciudad escogida es Barcelona, un enjambre de culturas de distintas zonas del mundo. La inmigración ilegal, la explotación laboral, los negocios turbios, el bajo mundo…todo eso forma parte de la vida cotidiana de Uxbal (Javier Bardem), un buen samaritano que ronda las cloacas e intenta llevarse unas monedas a su bolsillo, lo necesario para dar de comer a sus hijos. Pero Uxbal padece un cáncer avanzado, el tiempo se le agota, su estado físico empeora y necesita encontrar un hogar seguro para sus seres queridos. 

Es comprensible que ‘Biutuful’ haya sido confundida por una obra trascendente. No abundan las películas que afronten la mortalidad como tema principal, menos aún desde una perspectiva tan gris. Tener a un actor como Javier Bardem, quien personifica el coraje y la dignidad del hombre común y corriente, facilita que el público se ponga de su lado y esté dispuesto a acompañarlo en su vía crucis. Gonzáles Iñárritu parece haber tomado este apoyo incondicional hacia Uxbal como una licencia para ahondar en la descripción de una atmósfera opresiva y angustiante, donde la descomposición casi se puede oler. El título del filme es una ironía. ‘Uglyful’ (‘ugly’ es la palabra en inglés para ‘feo’) o ‘Agliful’, su pronunciación en español, le hubiese hecho justicia ya que no tarda en convertirse en un desfile de personajes grotescos, de ambientes horrendos y carcomidos por la miseria. Por supuesto que no esperábamos encontrarnos con la ciudad turística de ‘Vicky Cristina Barcelona’, ni tampoco le exigimos la rigurosidad de Ken Loach, la austeridad de los hermanos Dardenne, o el ascetismo de Pedro Costa, por mencionar otros autores preocupados por el universo de los inmigrantes. No creemos que exista una forma correcta o más legítima de filmar la pobreza. El problema nace cuando el director está más encandilado de la estética que de sus personajes, y  pretende ser poético sin saber dónde demonios está parado. Ciertamente el cine es un arte que se hace en equipo, pero ni Javier Bardem, ni el fotógrafo Rodrigo Prieto, ni el músico Gustavo Santaolalla, pueden resucitar este cadáver.

CALIFICACIÓN: **

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